Nuestro fundador, Beato Scalabrini, ha encarnado la dimensión profética de la denuncia y, al mismo tiempo, ha previsto y anunciado en las migraciones, una función providencial: 

 

"La iglesia Católica está llamada, desde su apostolado divino y tradición secular, a dar su sello al gran movimiento social de las migraciones, que tiene como fin el arreglo económico y la fusión de los pueblos cristianos. También ella, en este gran conflicto de intereses, tiene una noble misión que cumplir, cuidando primero la integridad de la fe, para colocarse como madre y reina entre los diversos grupos, atenuando las divergencias de las nacionalidades y moderando la lucha de intereses de las diferentes patrias".

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La iglesia local ha tomado conciencia progresivamente de lo vasto y dramático del fenómeno migratorio y está solicitando la movilización de las comunidades cristianas en el nombre del Evangelio.